viernes, 18 de enero de 2013

De la colocación de las cosas

Mesa Imperio





















"Quien no ha conocido los años anteriores a la Revolución Francesa no ha sabido lo que era la dulzura de vivir”. La frase, pronunciada por Talleyrand (un animal político tan inmenso que se mantuvo en el poder con Luis XVI, sobrevivió al Consulado y fue nombrado ministro por el propio Napoleón) es sólo una de las infinitas referencias a la exquisitez que se vivió en las cortes europeas durante el siglo XVIII. Disfrutada apenas por unos pocos miles de nobles, entre monarcas y cortesanos, las artes decorativas como la platería, los telares, la porcelana y la ebanistería atravesaron su época de esplendor en un mundo estratificado. 
La Iglesia y la nobleza tenían el poder y las tierras, que los siervos y los monjes cultivaban y pagaban. Pero en las ciudades había talleres de oficios y, por supuesto, burgueses, a veces con grandes fortunas amasadas en el comercio o la banca, que llevaban a sus hijos a las universidades donde debatían las nuevas ideas de libertad, igualdad y fraternidad. La revolución llegó, por fin, desde América y desembarcó en Francia en 1789, arrancando la plata de los muebles y quemando el cuero de los libros, pero antes, en los castillos y palacios de Europa y, sobre todo en  Francia, se gozó de la dulzura de vivir.
Enfriador. Sèvres
Crearon cientos de formas y tipos de piezas para la comodidad y el lujo: los maestros de las distintas disciplinas gozaban de enorme reputación. Pero fue entonces cuando los ilustrados del Siglo de las Luces establecieron la separación de las artes en Mayores y Menores, haciendo que los creadores de los soberbios muebles de caoba con aplicaciones de bronce dorado, de soperas de plata sobredorada con motivos de flores y de hojas, o de las resplandecientes lámparas de cuentas de cristal que brillaban a la luz de mil velas pasaran de ser considerados artistas a simples artesanos. Así, por imposición, apareció en la historia el término "artes decorativas" o "aplicadas" para referirse a las obras artesanales no concebidas para a embellecer o  reconfortar el alma, sino a cumplir una función práctica. 
El tenedor, olvidado y relegado desde los tiempos de Roma, volvió a Italia desde Oriente en el siglo XI, pero su uso no se generalizó en Europa hasta seiscientos años después. Durante ese tiempo, viajó con los nobles italianos en unos estuches con sus propios cubiertos que éstos llevaban atados al cuerpo con una cadena. Trajo muchas tribulaciones y tardó en instaurarse antes los incrédulos y divertidos ojos de los otros comensales, pero cuando se asentó como una herramienta limpia y útil y la gente aprendió a usarlo sin pincharse los dedos, los utensilios para comer se multiplicaron. Pareció que cualquier cosa era útil para no tocar la comida con las manos o para disfrutar de los manjares con delicadeza. Enfriadores de porcelana, con un labio almenado como un castillo para resguardar el hielo y acomodar bien las copas y botellas, nuevas formas para los platos y las fuentes; manteles y servilletas bordados en hilo de plata; cucharas, cuchillos, palas de servir o de pescado, tenedores retráctiles, cucharillas para helado, copas de champagne o de licor, cafeteras, teteras, chocolateras.
En la mesa brillaban las joyas y piedras preciosas la luz de los candelabros colocados sobre los impresionantes surtouts o centros de mesa: unas bandejas grandes, normalmente de un metal precioso, con una base de espejo que multiplicaba los reflejos de las velas. Los convites de Luis XIV, Luis XV y Luis XVI o de las cortesanas y reinas como Maria Antonieta, Madame Pompadour o Madame Du Barry servían un menú interminable que requería distintos platos con sus respectivos cubiertos que se retiraban al terminar, dejando poco a poco la mesa despejada. A su alrededor, los nobles hacían bromas sobre las figuritas que adornaban el surtout o usaban complicados artilugios para desconcertar a los nuevos ricos con su pericia. Saber comer era un signo de estatus.

Las herramientas e instrumentos de una comida en grupo apenas han variado desde entonces: la mesa, las sillas a su alrededor, el mantel y las servilletas; vajilla, cristalería, cubertería y algunos elementos decorativos. Tampoco la forma de colocarlos. Son los mismos, los necesarios para comer cómoda y limpiamente cada uno de los platos del menú: los platos en el centro, con los cubiertos a los lados, cada uno cerca de la mano que los toma: tenedores a la izquierda; cucharas y cuchillos -siempre con el filo hacia dentro, para evitar posibles cortes- a la derecha. El plato del pan, cerca de la mano izquierda, la mano que lo toma, no la que lo corta; las copas o vasos cerca de la derecha, la mano que bebe. Cada plato usa, al menos, un cubierto, de modo que para un menú de dos platos hará falta un mínimo de tres cubiertos, más el postre. Pero el postre... es otra historia. 




9 comentarios:

  1. Fascinante. Todo, la historia del tenedor, el porqué del pan a la izquierda... Me ha encantado conocer el detalle de los espejos: claro, ahora lo entiendo. Había poca luz y los espejos la multiplican. Gran truco... ;)
    Precioso artículo, Almudena. Siempre aprendo algo en este blog. Gracias.

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  2. Está bien saber estas cosas porque son muy prácticas. En caso de apagón, acercar las velas a los espejos.

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  3. Sinceramente, me ha parecido una delicia. Interesante en general y al mismo tiempo lleno de detalles. Y muy bien escrito.

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    1. Ya sabes que en periodismo se empieza por lo general para llegar a lo particular... y gracias por lo de "muy bien escrito". :)

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  4. No me pierdo ni una entrada de este blog. Fan!

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  5. ¡Qué bueno! Gracias, Susana. Habrá que seguir, entonces.

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  6. Y estoy recibiendo los avisos por correo. :)
    Pues sí, hay que seguir, Almudena... y lo estás haciendo tú solita... ;)
    Sigue, por favor, que leerte es fascinante.

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  7. Cuenta la leyenda que unos ángeles bajaron al campo donde araba San Isidro y le hicieron todo el trabajo para que él pudiera retirarse a meditar. No es mi caso, de modo que tendré que hacerlo yo... Y sí, seguiré. Seguiré vuestros consejos, sobre todo.

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  8. Desde que empecé a leer éste interesante blog me he preguntado para qué servía ésta casilla. Éste post es bueno, pero se nota la evolución fruto del trabajo bien hecho.

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