viernes, 28 de junio de 2013

La silla Chippendale

Sillas del Directorio de Chippendale, 1754
La historia del comedor está ligada para siempre al apellido de Thomas Chippendale, ebanista y empresario que vivió en Londres durante el siglo XVIII, una época en la que los muebles aún pedían permiso a los monarcas para poder llevar su nombre. Allí, en la tranquila y bulliciosa Inglaterra de Jorge I y Jorge II, Chippendale brilló como amo absoluto del mobiliario gracias a su elegante diseño, su excelente producción y, sobre todo, a su innovadora forma de promoción.
Nació en 1718 en Otley, un pequeño pueblo de Worcester, único hijo de un modesto carpintero con el que dio los primeros pasos en el oficio. De la carpintería de su padre pasó al taller de Richard Wood, el más importante ebanista de York, donde permaneció hasta 1727, fecha en la que la familia se estableció en Londres. Allí el joven se especializó en tallar la caoba, dura, brillante y difícil madera en la que realizó sus primeras piezas a partir de modelos holandeses. Pronto incorporó detalles propios combinando motivos chinos, góticos y rococós y aportó unas características claras y personales, como el pie de garra con bola, la pata tallada con lacerías o chinerías, la pata con grecas o la pata de sable.
Pata Chippendale 
Sus sillas y sillones tenían mucho éxito. Parecían frágiles, pero gracias a la resistencia de los tableros macizos de caoba de diez centímetros de grosor que se trabajaban durante horas en su taller, su ligera apariencia ocultaba una estructura firme. Eran perfectas para los recién nacidos comedores: amplias, cómodas y sin pesadez. Apoyaban en un asiento cuadrado sobre patas cabriolé talladas en las rodillas con hojas o ramas y tenían el respaldo calado, con el travesaño superior en forma de pagoda y una pala también calada que las hacía tan etéreas como transportables.  
A los treinta años, Chippendale ya colaboraba con los mejores arquitectos de su época y sus brillantes y oscuros muebles de caoba resplandecían en muchas de las grandes mansiones de Inglaterra. Se casó con Catherine Redshaw, que le daría nueve hijos y alquiló una casita modesta en Conduit Court, cerca de Covent Garden. Dos años más tarde se mudó a Somerset Court, en el Strand y por fin, en 1754, a una gran casa/taller en el 60–62 de St. Martin’s Lane, el centro comercial de la capital británica, una zona en la que vivían artistas, ebanistas y pintores de prestigio como Joshua Reynolds o James  Thornhill.
Allí Chippendale entró en contacto con los esposos Mary y Matthias Darly, ambos dibujantes, grabadores y diseñadores con tienda propia, aunque sin fabricante fijo, que le descubrieron las posibilidades de la promoción impresa. Chippendale ya tenía diseños suficientes para publicar un catálogo completo, un libro que se podría comprar por suscripción y que permitiría a los clientes elegir cómodamente la decoración de sus casas. Encontró un socio, un rico comerciante escocés llamado James Rannie que le proporcionó los fondos necesarios para publicarlo y encargó a los Darly la tarea de trasladar sus diseños a las planchas de cobre. 
La primera edición del Gentleman and cabinetmaker’s director (El directorio del caballero y el ebanista), vio la luz aquel mismo año. Eran 161 grabados de “Elegantes y útiles diseños de muebles para el hogar siguiendo el gusto gótico, chino y moderno” (‘Elegant and Useful Designs of Household Furniture in the Gothic, Chinese and Modern Taste’) con ejemplos de patas, respaldos, sillas, mesas, veladores, alacenas, armarios, aparadores, espejos y todo tipo de muebles descritos con un lenguaje fácil y comercial. El éxito fue inmediato. Aquellos modelos traspasaron fronteras, se impusieron en Europa e hicieron cara al todopoderoso mueble francés. Pronto el estilo Chippendale también llegó a América, donde arraigó y creció desarrollando unas características propias. La dos primeras ediciones del Directorio, impresas en 1754 y 1755 respectivamente, se agotaron apenas vieron la luz.
Directorio de Thomas Chippendale
Hubo tan sólo un problema: al trasladar al cobre los diseños de Chippendale, los Darly embellecieron tanto los diseños originales que los hicieron imposibles de llevar a la caoba. Los carpinteros y ebanistas tuvieron que reforzar las dimensiones de las patas, pero ni aún así las sillas perdieron elegancia, belleza o mucho menos, popularidad. Cuando en 1762 apareció la tercera edición del Directorio, revisada y ampliada, muchos modelos habían cambiado sus sinuosas patas rococó por simples montantes cuadrados y macizos, las patas cuadradas y rectas típicas del primer mueble georgiano.
Por supuesto, no todos los llamados muebles Chippendale salieron de St. Martin's Lane; la mayoría de los que hoy se le atribuyen no pertenece siquiera a la época en la que el diseñador estaba activo. Él nunca firmó, marcó o estampilló sus piezas y, aunque su taller era grande y daba empleo a cincuenta trabajadores directos más otros tantos indirectos, sus modelos se realizaron en cualquier punto del planeta, desde Filipinas a Chile, pasando por París o Hong Kong. El Directorio se encontraba en las bibliotecas de las mejores casas, escuelas y ebanisterías. Hasta Richard Wood, su viejo maestro de York, encargó ocho copias del libro. Sólo aquellas piezas documentadas con facturas, extractos bancarios o libros de contabilidad tienen el honor de ser ser consideradas autenticas Chippendale. Este es el caso del cabinet Kenure, subastado recientemente, cuyo precio superó los cuatro millones de euros en el remate. 
Cuando Catherine Chippendale murió en 1772, su hijo Thomas Chippendale III asumió las riendas del negocio y dejó a su padre el campo libre para retirarse y volverse a casar. Con su nueva mujer, Elizabeth Davies, Chippendale tuvo tres hijos más. En 1779 enfermó de tuberculosis y murió meses después dejando su boyante negocio en manos de sus herederos, que en pocos años lo llevaron a la bancarrota. Aún así, sus diseños quedaron para siempre asociados al del mejor mueble inglés y su nombre destaca todavía en letras de oro en la historia de las artes decorativas. Al fin y al cabo Chippendale, el Shakespeare del mobiliario británico, fue el primer hombre que arrebató a los reyes el privilegio de poner nombre a un estilo.  





4 comentarios:

  1. No tenía idea de la historia de Thomas Chippendale. Recuerdo las sillas Chippendale que se nombraban mucho en casa, pero ignoro si eran parte del mobiliario... había una mesa Chippendale en casa de unos amigos, yo nunca supe que estaba comiendo sobre una joya... :D
    Y me encanta como nos lo cuentas, cómo el joven ebanista acabó procreando saga y estilo... y como hasta hoy es sinónimo de clase y calidad.
    ...los carpinteros son los padres por excelencia... :)
    Gracias, Almudena, cada día (viernes) aprendo algo nuevo... :) :)

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  2. Interesantísimo, como siempre. ¡Qué lástima que los herederos dilapidaran el negocio! Hay tantos casos así, lo de vivir a costa del trabajo de otros no funciona.
    Así que hoy en día es complicado saber si un mueble es Chippendale auténtico o no... Gracias por esta fuente de saber, Almudena, un beso.

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  3. Todos los honores para Chippendale, un ejemplo de como alguien desde el trabajo y la originalidad puede pasar a la Historia. Y además de un maravilloso trabajo de Ebanista también supo como promocionarse!! un 10!
    Gracias Almudena otra vez por tus enseñanzas. Un beso enorme.

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  4. Sé bastantes cosas acerca del mobiliario Chippendale y puedo enumerar de memoria alguna de sus caracteristicas, pero leyendo este art. me he quedado estupefacto. Enhorabuena!!! Gracias, me quito el sombrero... y me declaro un ignorante en este asunto. Bueno, ya no...

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