viernes, 27 de diciembre de 2013

El haba del roscón de reyes


El rey bebe, o La fiesta del haba. Jan Steen, (1668)
Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos diciendo: "¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto su estrella en el oriente y venimos a adorarle". Oyendo esto, el rey Herodes se turbó y toda Jerusalén con él. Y convocados los principales sacerdotes y escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Mesías. Ellos le dijeron: "En Belén de Judea; porque así está escrito por el profeta: Y tú, Belén, de la tierra de Judá, no eres la más pequeña entre los príncipes de Judá, porque de ti saldrá un guiador que apacentará a mi pueblo, Israel". Entonces Herodes, llamando en secreto a los magos, indagó de ellos diligentemente el tiempo de la aparición de la estrella y enviándolos a Belén, les dijo: “Id allá y averiguad con diligencia acerca del niño y cuando le halléis decídmelo, para que yo también vaya y le adore". Habiendo oído al rey se fueron y he aquí que la estrella que habían visto en el oriente fue delante de ellos hasta que, llegando, se detuvo sobre donde estaba el niño. Y al ver la estrella se regocijaron con muy gran gozo. Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre, María, y postrándose lo adoraron; y abriendo sus tesoros le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra. Pero siendo avisados por revelación en sueños que no volviesen a ver a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino. (Mat, 2).
Estas escuetas palabras del Evangelio de Mateo son la única referencia que el Nuevo Testamento dedica a los llamados Reyes Magos, una visita que, dicen, fue el primer reconocimiento público del poder y la esencia de Jesucristo. El encuentro, que los padres de la Iglesia clasificaron como Epifanía del Señor, término griego que significa "revelación" o "manifestación", fue marcado en el calendario 12 días después del 25 de diciembre, es decir, el 6 de enero.
Adoración de los Magos. Giotto (1267-1337)
La Adoración de los Magos se convirtió pronto en uno de los temas más repetidos y habituales de la historia del arte. Aunque los primeros ejemplos aparecen ya en las catacumbas romanas, en la iglesia de San Apolinar de Rávena, del siglo VI, ya hay una representación de los magos con tres nombres: Melchior, Gaspar y Balthassar. El tiempo y el paso de los distintos pontífices fueron sumando detalles simbólicos a la escena, normalmente alrededor del número 3 que, en la antigüedad, se consideraba el número perfecto y celeste, el símbolo de la Trinidad. Sin hacer mucho caso a las Escrituras, los Padres de la Iglesia dictaminaron que los sabios fueron tres; tres representantes de las tres edades del hombre, de tres razas distintas, venidos de tres continentes diferentes. Y que los tres regalos que ofrecieron al Niño fueron de tres naturalezas: oro (sólido, que representaba su origen real), incienso (gaseoso, que simbolizaba su naturaleza divina) y mirra (líquido, con el que se fabricaban perfumes y ungüentos, para representar el sufrimiento y muerte de Jesús).
Los regalos de los Magos al Niño fueron la excusa perfecta para mantener algunas de las más arraigadas tradiciones de los Saturnales: la Sigiliaria y el juego del haba. La Sigiliaria era la ceremonia en la que los niños colocaban comida y bebida a los lares del hogar, que al día siguiente se convertían en regalos traídos por los antepasados. Por su parte, el juego del haba era una broma. Los romanos elaboraban una torta redonda con un haba escondida que repartían entre todos los habitantes de la gens (el núcleo familiar que incluía también al servicio, los animales y los esclavos). Por ser la primera leguminosa en brotar, el haba era una semilla venerada como embrión de fertilidad y como promesa de primavera. El afortunado que la encontraba en su trozo era nombrado "rey de reyes" y todos debían cumplir sus órdenes. Ya fuera un esclavo, un plebeyo o un niño, cualquiera podía ser rey en la Saturnalia.
Roscón de reyes con haba y figurita
El juego del Rey del Haba, como tantas otras costumbres de los Saturnales, se siguió practicando en Occidente tras la caída del Imperio Romano y la torta con sorpresa quedó como el dulce que culmina las fiestas de Navidad. La Iglesia aportó su propio simbolismo: el círculo como expresión de perfección e indivisibilidad y el haba como signo de fecundidad y vida. Hay referencias y citas de todas las épocas y de todas las naciones sobre un pastel similar.  Ben Quzman, poeta andalusí, describe en su Cancionero una tradición de año nuevo que consistía en una torta que contenía una moneda.
Hacia el año 1000 la tradición era muy popular en toda Europa. En Francia tomaban el gâteau des rois,  también llamado Couronne des Rois, y la Galette des Rois propia del norte del país, que hacían con masa de hojaldre rellena con crema de almendras molidas, azúcar, algo de mantequilla y yema de huevo. En muchos lugares se hacía recaer la figura del “rey  del haba” (roi de la fève) sobre el niño más pobre de la ciudad, al que se regalaba un donativo y agasajaba con un ágape. La fiesta entró en España desde Navarra, a través de la refinada corte de los Teobaldos, procedentes de la Champaña francesa. Se celebraba siempre en el lugar donde se encontrara el soberano o, en su ausencia, la soberana. Allí donde estuvieran los monarcas de Navarra ofrecían una comida de Reyes a los niños más necesitados que terminaba con una porción del bollo con el haba oculta. El que lo encontraba en su porción era proclamado rey de la fiesta. 
En los Países Bajos la costumbre estaba muy presente en las casas, fuera cual fuera su clase social. Fieles continuadores de la vieja tradición romana, el Día de Reyes la gente iba de casa en casa, pidiendo limosna para los pobres y cantando villancicos. Al día siguiente preparaban un roscón con un haba escondida en la masa y aquel que la encontraba en su porción del pastel era proclamado rey de la jornada y se le permitía ciertas licencias, como pedir una ronda de bebidas para todos los presentes. El "rey" tenía también que nombrar a los cargos de su corte: bufón, mayordomo real o maestro de música. Cada vez que levantaba la copa, todos bebían un buen trago gritando a coro: ¡El rey bebe! ¡El rey bebe! Esta celebración, alegre y ruidosa, fue muy representada por los pintores flamencos y holandeses del barroco. Maestros como Jan Steen, David Teniers, Jacob Jordaens o Gabriel Metsu entre otros, lo eligieron para tema de sus obras, una fiesta jovial en la que los personajes aparecen a menudo borrachos.
Las historias y leyendas alrededor del Roscón de Reyes son infinitas. Dicen que en la Francia del siglo XVIII el cocinero de Luis XV, monarca que reinaba desde los cinco años, le preparó un roscón en el que escondió un medallón de diamantes. El niño rey quedó encantado con el dulce y lo propagó entre la aristocracia francesa y europea, eso sí, con una moneda dentro en vez del medallón. El primer Borbón que llegó al trono español, Felipe V de España, introdujo esta costumbre en la corte de Madrid, y el haba fue desapareciendo para dar paso a regalos más tangibles. Aún así, la tradición era siempre la misma: el que lo encontraba era coronado rey y todos los presentes le obedecían. Poco a poco, en el roscón llegó a las clases más bajas que, como no podían permitirse sorpresas caras, tuvieron que conformarse con las figuritas de terracota que los pasteleros escondían en la masa. 
Cabalgata de Reyes, Florencia

Los españoles llevaron la costumbre del roscón de reyes a América en la época de los descubrimientos. Desde entonces, en el mes de enero, todos los países hispanohablantes se suman a la fiesta aunque cada uno aporta sus costumbres propias. En unos casos el bollo tiene un haba, en otros, una figurita. En México colocan una imagen del niño Jesús y, quien la encuentra debe ofrecer tamales y atoles el 2 de febrero, día de la Candelaria, cuando se presenta al niño Dios en el templo en una canasta adornada con velas.
Los Reyes Magos fueron siempre unos personajes muy queridos por los cristianos, sobre todo por los niños. Eran tres figuras generosas, ricas y elegantes que les traían regalos. Los Medici, que sentían una particular devoción por ellos, se hicieron construir en su palazzo una Capella dei Magi con frescos de Benozzo Gozzoli.  En el siglo XV ya existía en Florencia la Compagnia dei Magi o Compagnia della Stella, una de las congregaciones más importantes de la ciudad, que cada tres años (desde 1447, cada cinco) evocaba el viaje de los Reyes Magos por las calles de Florencia, un precioso acontecimiento histórico seguido año tras año por miles de turistas. Aún así, en Italia no son los reyes quienes traen los regalos. El honor le corresponde a la befana, una anciana que no pudo ayudar a los Reyes cuando estos le preguntaron por el camino a Belén.
La cabalgata de los reyes es uno de los espectáculos más esperados de la Navidad. Los niños acuden con sus padres a verlos llegar y después corren a sus casas a organizar el ritual de la noche. Antes de ir a dormir colocan los zapatos en el balcón, junto al árbol o al belén, y dejan algo de comer y beber a los magos (normalmente dulces y algún licor) y agua para los camellos. Como en la Sigiliaria, los platos y cuencos, al día siguiente aparecen vacíos, con regalos en su lugar. 
El roscón se toma en cualquier momento de los primeros días de enero, según los países y las costumbres. Algunos lo prefieren para desayunar, otros en la merienda. Muchas familias celebran una fiesta con roscón y chocolate, a veces acompañado de vino espumoso, para entregar a los niños los regalos de reyes que no han llegado a sus casas. Algunas pastelerías españolas han optado ahora por incluir dos sorpresas, una positiva, la figurita, y otra negativa, el haba. Dicen que el que encuentra la figura es coronado rey y el que se topa con el haba deberá pagar el dulce, de aquí la expresión "tontolaba", tonto del haba. Pero son pocos los roscones con dos sorpresas. Y el haba no fue nunca un signo negativo. Simboliza la regeneración, el resurgir de la vida, el año nuevo, un año nuevo que, por supuesto, traerá sorpresas... aunque no siempre aparezcan dentro de un roscón. 



6 comentarios:

  1. Bueno, hemos llegado. :)
    Y con este maravilloso artículo que me sigue enseñando cosas que ignoraba... :)
    Enhorabuena.
    Un lujo de blog.
    Y la historia del Roscón... bueno, tiene mucha miga... ;)

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  2. Inmejorable Almudena. Gracias y Feliz año nuevo.

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  3. ¡Qué más puedo decir de este blog! Recomendabilísimo. Feliz año nuevo.

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  4. Querida amiga, de nuevo mil gracias por habernos deleitado tanto con tus artículos. Este último nos deja muy buen sabor de boca. Me encanta el Roscón de Reyes, y a pesar de mis años, sigo disfrutando como de pequeña cuando me toca la sorpresa. No conocía el origen del haba, lo atribuía siempre a la parte pobre del pueblo, ahora veré el haba con buenos ojos. No me gusta pensar que este sea el final de este maravilloso blog, sigue con él por favor... Mis mejores deseos para 2014.

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  5. Un blog delicioso, gracias por escribirlo.

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  6. como siempre, ha sido un placer leer una nueva entrada en este blog.

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